lunes, 1 de diciembre de 2008

La novela gráfica


La novela gráfica, tal como la conocemos hoy, consiste en una combinación de texto, ya sea texto de apoyo o diálogos (bocadillos) y de dibujo desplegado secuencialmente. Pero en sus principios, la narración gráfica prescindió totalmente de la palabra.

En Bélgica, Frans Masereel, un grabador en madera de talento, fue un pionero de este nuevo género de narración.

En 1927, el Die Sonne de Masereel fue publicado en Alemania. Estaba compuesto de 63 placas.
Siguiendo la pista a Masareel el artista alemán Otto Nücke compuso un relato ambicioso de doscientas placas. Destiny fue publicado en los Estados Unidos alrededor de 1930.

Se trataba de una historia más sofisticada y de narración gráfica más elaborada.

Al considerar la novela gráfica se nota que la mayor parte de la narración corre a cargo del dibujo. La difusión de los comicbooks nos ha acostumbrado a una oposición texto-imagen en la narración de la historia. Tras el éxito que obtuvo, esa mezcla de géneros destronó rápidamente a la narración enteramente gráfica y dio nacimiento a la novela gráfica tal como la conocemos hoy día. Lynd Ward puede considerarse un precursor de la novela gráfica moderna. Se le tiene por el narrador gráfico más provocador de este siglo.

Ward era un ilustrador de libros muy conocido por sus excelentes grabados en madera. En 1937 publicó Vértigo, novela gráfica enteramente compuesta de grabados en madera. Sin una sola palabra, consiguió contar una historia cautivadora, demostrando la eficacia del medio. La única concesión de Vértigo con el texto, a lo largo de más de trescientas páginas, es la utilización ocasional de carteles y posters. Ward mantiene el interés narrativo fechando cada capítulo. Se sirve de una página como si fuera una viñeta. Impresa en un solo lado de la hoja, cada imagen flota en un espacio abierto, obligando al lector a girar la página para pasar a la siguiente viñeta. De esta manera, el lector dispone de tiempo para asimilar cada imagen, asegurando así al narrador el compromiso de participar en su obra.

Vértigo fue publicado por un gran editor como un libro convencional, siendo vendido en las librerías. Es interesante notar que eso ocurrió cuando salían a la venta los primeros comicbooks.

Este tratamiento de la historia requiere una participación importante del lector, que debe imaginar los diálogos y seguir el flujo de la acción de una página a otra. Pero, en líneas generales, esta experiencia contribuyó a reforzar el interés por la mezcla texto-imagen. Es evidente que Ward no pretendía orientar su trabajo por la vía de una narración prefabricada y adaptada a una mayoría de lectores condicionados. La fuerza desprendida por las elipsis entre las escenas exige una implicación considerable para ser asimilada por parte del lector. Para un autor (guionista o dibujante), puede ser divertido utilizar Vértigo como una estructura sobre la cual se puede construir una historia de montaje gráfico más secuencial.

Extraído de La Narración Gráfica de Will Eisner (Norma Editorial) enero 2003

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